Por y para qué

 

Debajo de la trama aparentemente sencilla, hay muchas preguntas ¿De dónde empiezan y por dónde terminan la salud y la enfermedad mental? ¿Quién puede decirse sano y quién no? El asilo es un mundo aparte, pocas noticias filtran. Uno casi no se da quenta de que es gente; vive al desnudo, como en una prisión. Son lugares casi ajenos al espacio social. Un espacio social a su vez embrutecito y embrutecedor, desasosegado y sin paz, en permanente huída de sí mismo y de una vida con calidad. Llevar a cabo una película suprarrealista y grotesca, retratando las contradicciones del modelo social actual, centrado en la búsqueda hyperactiva de la eficacia a toda costa y en las secuencias neuróticas que todo esto conlleva, ha sido un objetivo fundamental y plenamente compartido por todos los participantes.

El modelo de la eficacia y la hiperactividad es todavía dominante. Aunque este estilo de vida agitado no deje espacios para la reflexión, para relajarse, para acompasarse a los ritmos naturales y, a menudo oculte problemas, con el mundo lleno de gente que va deprisa y corriendo y no para porque no sabe a qué va. Se trata de una manera de actuar  testaruda y reiterativa, de una postura obsesiva y compulsiva que empuja hacia la locura, casi siempre a cambio de nada.

¿De qué depende tanta infla-acción? Las razones de tan aguda neurósi casi siempre ocultan una competencia declinada en términos de eficiencia y valor. Hay necesidad de emociones fuertes para aguantar lo banal de la vida cotidiana y hacer frente a un sentimiento de inadecuación que empuja hacia la búsqueda de confirmaciones. Por si fuera poco, también hay que enfrentarse con la incapacidad o el miedo de dejar espacio a los afectos. La necesidad de llenar dicho espacio explica estas acciones surrogantes. La gente compensa trabajando y moviéndos todos su malestares. Es un círculo vicioso: imponernos actividades sin pusas, nos aleja de lo que somos y nos impide reconocer qué realmente queremos. Mediante un supuesto cumplimiento buscamos el consentimiento de los demás y vamos perdiendo de vista el conjunto de nuestra persona. Las alteraciones de delatan si estas maneras de desvivir dejan su hulla son diferentes, tanto a nivel psicológico como orgánico. Esto en los EEUU se dice burn out (quemarse), y se suele decir de los que se queman como una bombilla.

Importante es entonces convertirse a una forma de dejarse vivir a la vez ligera y dulce.El taoísmo conoce el término de wu wei, traducido como "actividad sin acción" o "quedarse sentado tranquilamente sin hacer nada". En la antigua China, esto se consideraba centre los logros y las virtudes más importantes. “No hacer nada" de verdad supone una ausencia de resistencia interna y una atención intensa. Desde ya, todo esto es ... Uargh!

 


 

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